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viernes, 2 de julio de 2010

Calor

Como una fuente de intenso sabor se dirije hacia nuestros sentimientos una profunda sensación de desidia tempestuosa removida por las sales de la tristeza y el abandono.

Carcomida por la falsa esperanza y el correo de la ilusión jamas respondido. Derrengada a manos del propio ser que inútilmente trata de calmar la picadura amasada durante la primavera y refugiada de manera indefinida y cuasi atemporal a la altura de los ojos, y las ganas de llorar, ganas que aumentan con cada segundo que traspasa la barrera del tiempo a nuestro pesar, reduciendo su distancia a cada momento, tiempo que pasa a través del tiempo sumido en el miedo como una pompa de jabón dentro de un rosal.

Cada paso cada acción, cada error cometido, cada error deseado, cualquier sustancia emanada de las vilipendiantes y afiladas mandíbulas del presunto destino, que cual sierpe aguarda vigilando a su presa y ataca, por pura naturaleza, y sucumbe finalmente a la llamada del triste llanto de la muerte que aguarda cual vulgar y fresca ramera a la vuelta de la esquina más insólita y recóndita del tiempo y el espacio.

Espacio que nunca ha sido suficiente para satisfacer el ego que aún no ha asumido que su estancia en esta realidad es mero paseo por una estación de tren de la que pronto marchará con todas las papeletas de la rifa del futuro incierto.

el tren partirá, pero del camino solo alcanzaremos a ver el túnel, oscuro y frío como la guarida de los seres que habitan en el fin del mundo.

mientras tanto, nos aferramos al pastelito de la vida cuya estructura deterioramos una y otra vez solo para poder acceder al rico relleno de crema de cacao sin pensar en la sensación de desesperación que sumirá a nuestra mente el hecho de acabar el pastel.

terminar el pastelito, dejar de saborear las dulces mieles de la repostería occidental, que con cierto atino quieren imitar el supremo sabor de un beso, cuya sensacion en las terminaciones nerviosas exime de cualquier otro conocimiento al ser humano.

Besos que saben a miel, besos que saben a fruta, besos que saben a chocolate, besos que saben a beso, y a la vez todos juntos, unidos bajo la arropada sensación del contacto humano, un abrazo tierno, una caricia, una mirada que hace erizar la piel de manera casi ofensiva a los ojos de la naturaleza por el fuerte chasquido eléctrico que este produce en la mente.

mente que agobiada por banalidades ajenas a su propia supervivencia trata de buscar con descaro cualquier cosa que le aferre a su orgullo y así aguantar un día más sin pedir perdón por la arrogancia y la equivocación que suma día tras día.


Solo en sueños podemos tener lo que queremos, así que día a día soñamos, para poder tener en nuestras manos nuestros deseos, tumbados, felices, sin nada que temer, por fin, teniendolo todo. (Y Todo Eres Tú)

Por eso no hay mayor castigo que el insomnio....



¿sabeis por que el infierno es tan caluroso?


Para que sea imposible dormir...



Del Tintero de: Prometeo En una noche de Verano

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