Descubrirse

Queridos contertulianos de afables pensamientos con ganas de descubrir, he de disculparme por no poder citarme aquí el día 7 de julio, claramente donde se inició nuestro episodio bélico contra el pensamiento único que todos ardemos en deseos de poseer. Los motivos son más que razonables, perdí a un ser querido y no me hayé en disposición de poder complacerles con mi lírica e improvisada, como bien afirmaba nuestro compañero Prometeo, pero aún así pido disculpas para que se den cuenta de que nunca perderé este afán de mostrarles el supuesto camino hacia la desmancillación de sus peculiares mentes, aunque primero supongo que deberíamos empezar por nosotros mismos.


Me alegra también que mi amigo Prometeo nos haya recordado la incuestionable fecha y muestre su interés por Adán y por mí, al ver que no hemos satirizado, liricalizado ni redactado una muestra de gratitud hacia ustedes, lectores, que son los que nos ayudan a que la campiña del saber siga adelante firme y con paso decidido y ecuánime. Doy gracias por ello a mis compañeros y a ustedes que aún nos siguen.


He aquí, contertulianos, una reflexión significativa respecto a su compacta charla a cerca del sexo opuesto a nosotros, el fémino carácter del mundo. No podemos afirmar que la mujer sea el problema cero, sino que la convivencia entre nosotros es difícil, de algún modo insegura y por encima de todo, incómoda. La mujer de hoy en día es bien distinta y es cierto que yo creía conocerlas bien, pero es justo lo contrario, todavía están veladas a nuestra opinión y nosotros somos otros extraños para ellas. Deben estar pensando igual que nosotros pensamos de sus virtudes, aptitudes y reflexiones, pero aún así, todos somos el objetivo, queremos conocernos para ser razonables y apartar las diferencias. Los eufemismos de los que disponemos para referirnos a los demás so la tapadera perfecta que debemos borrar y materializar para que podamos romperlos en mil pedazos. Brindemos todos juntos con un pizca de compasión y bebamos con un 3/4 bien justificado para endulzar nuestro carácter.


Saludos y un placer volver a las mentes sencillas para poder despertar algo dentro de ustedes.


Del mago de las reflexiones: Edipo